solas, ambas necesitaban de un nuevo impulso para seguir creciendo o perecerían, y ese impulso vino de su encuentro. El encuentro fue tan violento y sangriento, pero a la vez tan aceptado naturalmente por ambas partes, que dio origen a una nueva nación, a una nueva raza… México. ¿Qué hace tan único este encuentro de civilizaciones? ¿Qué lo hace tan irrepetible? La respuesta a estas preguntas, responderán también tu pregunta de por que me fui tan lejos en el tiempo y te prepararán para un viaje aun más lejano.
Primero, las dos civilizaciones tienen una cosmovisión compartida; por increíble que parezca así es, tanto el azteca como el español viven en un universo gobernado por el TEMOR a la IRA de su Dios; viven en universos sostenidos por sangre y canibalismo ritual. Oh ¿Qué piensas que simboliza el ritual de la eucaristía católica? Tanto el azteca como el español son de naturaleza sanguinaria, tan sanguinario el uno como el otro.
- ¡No, ´ora si te la arrancaste! ¿Cómo que la eucaristía es un ritual de canibalismo?
- ¿No? “Este es mi cuerpo que será entregado por vosotros” y a tragar, “esta es mi sangre que seré derramada por vosotros” y a beber. No me expliques que es esto. Es lo que es.
- No, pues yo no lo acepto.
- Don Beto, el que tú lo aceptes o no, no cambia lo que el hecho es, por sí, por su naturaleza misma. Pero permíteme continuar. Segundo, en ambas cosmovisiones se espera la llegada de Dios, que traerá consigo un nuevo orden. Tercero, aztecas y españoles tiene como un valor conductual la “sumisión”, el “sometimiento” a la voluntad divina, el acatamiento de ésta sin cuestionamiento alguno. Y por último, el cuarto punto de similitud es su forma de gobierno, ambos son gobiernos teocráticos. Acaso piensas que la monarquía española no es una teocracia. ¡Claro que es una teocracia! Al igual que la gran mayoría de las monarquías occidentales de la época. Nada mas respóndeme ¿Quién coronaba al monarca? El obispo ¿Dónde era coronado? En una catedral ¿Quién debía reconocer al monarca? El Papa, que a la sazón también es el tirano gobernante del estado pontificio. Al igual que hoy, fue necesario que el genocida vicioso de George W. Busch, presidente de los Yankees, reconociera a Felipe Calderón como presidente de México, en antaño era necesario que el Papa reconociera al monarca como tal. Con los aztecas pasaba lo mismo, el emperador era coronado por el sumo sacerdote en el templo mayor. En ambos pueblos gobernaba una teocracia. Estas características son las que hacen tan único el choque entre españoles y aztecas, al encontrarse, la más violenta sometió a la otra, ésta acepto su destino sin objeción alguna, con plena resignación… Había llegado el nuevo orden… Quetzlcoatl regresaba… No había nada que hacer.
El conquistador español, sometía a los naturales, pero era indispensable justificar dicho sometimiento “convirtiendo” al catolicismo, la “única fe verdadera”, las almas de los conquistados; sin la conversión de los naturales al catolicismo, la expansión del imperio de Carlos V era injustificable; por lo tanto, la conquista de México fue ejecutada por el ejercito pero capitaneada y bendecida por el clero.
Lo irrepetible de este choque de culturas es que la victoriosa no aniquila a la derrotada; nada que ver con los genocidios ejecutados por los fanáticos peregrinos en la Nueva Inglaterra o los perpetrados por los progresistas franceses en el Canadá. No, no, nada de eso, la iglesia católica ya se había bañado lo suficiente en sangre musulmana, ahora los sometidos se convertirían en una gigantesca fábrica de bastardos cuyas almas engrosarían el Imperio Celestial, justificando así la rapiña sobre los recién conquistados y de paso llenando las arcas de España y del Estado Pontificio. Esto no ocurrió en ningún territorio conquistado por los peregrinos calvinistas o los progresistas franceses. Ellos aniquilaron, no se mezclaron ¿Cómo mezclarse? Si se preguntaban ¿Tendrán alma estos engendros con figura humana?
Muy bien Don Beto. Ahora que establecimos el espíritu y las motivaciones de los dos factores que darán origen al mexicano y antes de llegar al cachondo momento de la concepción y al glorioso momento del nacimiento de México, debemos establecer lo siguiente.
- Mientras más te escucho, más me sorprendo y más me encabrono, primero, de una forma que no admite reproches insultas mi religión y la degradas a mitología, luego, por si fuera poco, me explicas que los mexicanos somos producto del bastardaje ¿En que te basas para semejante cadena de insultos? Por que me supongo que siguen más.
- Don Beto ¡Me sorprendes! ¿Cómo un comunicador de tu talla, se siente ofendido por mi explicación? No es lo que yo digo, es lo que tú escuchas, si en lugar de escuchar una opinión, escuchas un insulto; permíteme recomendarte un autor, Immanuel Kant y de paso una visita con un buen psicólogo.
- ¡Lo ves, lo ves! Lo estas haciendo de nuevo, te afanas en insultarme, ahora me dices pendejo y loco.
- Don Beto, nuevamente es lo que tú escuchaste, no lo que yo dije. Mira, lo bueno es que ya salimos de la parte escabrosa para poder responder tus preguntas ¿Puedo continuar?
- Síguele, pero luego va la mía.
- La mezcla entre aztecas y españoles, no fue un proceso natural ni lleno de piedad y gozo como lo pinta la verborrea oficial, no, no señor, fue un proceso traumático al extremo. Para el natural, el nuevo orden traía consigo métodos de sumisión más, pero mucho más abominables que los que hasta entonces se conocían en el imperio de la gran Tenochtitlan.
Por principio de cuentas una nueva cosmovisión, con una mitología que no exigía sangre ¡demandaba! El alma, esta nueva mitología traía consigo nuevos y terroríficos castigos: el infierno, la culpa. La perpetua y eterna culpa… ¡El pecado! ¿Qué era eso para el azteca? Él entendía de acciones que los Dioses gustaban o reprobaban, el concepto de pecado le era totalmente desconocido ¿Cómo es posible, qué con el hecho de nacer, cometas pecado? ¡Nazcas pecador! Además el nuevo orden traía consigo una nueva doctrina, un nuevo conjunto de normas y ritos que de cumplirlos, posiblemente escaparían al eterno castigo del infierno. Y como era de esperarse, con el nuevo orden, llegó el nuevo aparato burocrático que se encargaría de vigilar el cumplimiento de la nueva doctrina y normativa. Además de los burócratas del emperador, llegaron los santos burócratas del Dios-Padre, enfundados en sus oscuros hábitos (y no me refiero solamente a los sayales), llenos de buena voluntad, misticismo y contradictorias acciones. Y el brazo armado, el ejercito; cuya primordial misión era la de respaldar a los soldados de Dios-Padre, haciendo lo que fuera necesario (matar, violar, robar) para expandir el imperio Celestial y de paso llenar las arcas de Roma y España.
Para el azteca todo era incomprensible, la lengua, las nuevas jerarquías, los nuevos Dioses, los nuevos castigos, los nuevos trabajos, todo, todo era nuevo, excepto las piedras de su antiguo orden, que los burócratas celestiales los obligaban a quitar de sus templos parra construir las modernas catedrales y lúgubres conventos del nuevo orden. Don Beto, por un momento imagina al azteca… sólo, completamente sólo, literalmente arrancado del paraíso y arrojado al infierno; imagina ¿Qué sueños, qué esperanzas podía tener? Imagina ¿Qué voluntad podía tener aquel hombre, qué brillo habría en sus ojos?.. Así, así comenzó el mestizaje, el nuevo orden… Al menos para el azteca.
Para el español el asunto fue muy diferente, por fin, después de una existencia de vasallaje, Dios-Padre lo recompensaba con un nuevo paraíso, un paraíso lleno de riquezas y belleza como nunca hubiera podido imaginar. Para el español corriente (no el perteneciente a la burocracia divina), pasar de ser un lacayo aventurero que a veces medio llenaba el estómago, a ser un noble que tragaba hasta reventar, no era cosa fácil ¿Cómo enmascarar de refinamiento sus brutos modales? ¿Cómo maquillar de virtud su primitivo y lujurioso comportamiento? Tratar con respeto a los naturales, a los nuevos súbditos de Carlos V e hijos de Dios-Padre ¿Qué era eso, cómo se hacía? Ni que 8 reales y que nada, por fin Dios-Padre cumplía con lo prometido y ahora era tiempo de gozar, de enriquecerse, con todas las formas que el Dios-Espíritu vertiera en su imaginación y con la fuerza que su ser le permitiera realizar. Y así, con la gracia celestial, este nuevo rico, hizo del natural de estas tierras su esclavo. ¡Ha trabajar indios jijios del averno! Que las tortillas se ganan con el sudor de la frente. Apaciguar su natural lujuria, nada más fácil; ¡En 20 uñas inda, que traigo la polla parada y ocupa descansar! Los indios son un regalo de Dios-Padre para satisfacer al patrón.
Para el español miembro de la burocracia celestial, nada podía ser mejor… Miles y miles de almas por incorporar al reino de Dios-Padre. Miles y miles de bienes para llenar las arcas del reino celestial aquí en la tierra, el Estado Pontificio, administrado únicamente por sus divinos burócratas. Para los soldados celestiales de Dios-Padre, el crecimiento del reino celestial implicaba una tarea llena de trabajo y esfuerzo; amén de evangelizar, había otros por menores tales como el cobro de servicios litúrgicos, entierros (y no me refiero a los consumados por los santos ministros a las novicias de los n´mil conventos, para purificarlas) y todas aquellas mundanas y cotidianas tareas como decir misa, cobrar la limosna y el diezmo, contribuciones obligadas para no caer en el infierno. Don Beto, si por alguna razón pensante que el reino de los cielos es barato ¡No, claro que no! Es caro, ¡Carísimo! Así que para los ministros celestiales el desarrollo de la infraestructura celestial necesaria en el nuevo mundo fue una tarea de titanes. Pero sólo era esfuerzo, Dios-Padre les había permitido masacrar a los árabes, aquellos que le mostraron a esa orda de brutos supersticiosos sus orígenes, los árabes que opusieron resistencia, fueron sometidos… Los aztecas que sólo doblaron las manitas… pan comido.
- Del enojo y la indignación he pasado a la alegría ¿Cómo es posible que la conquista la veas de esa forma?
- Muy fácil Don Beto, no voy a misa y no veo telenovelas. Pues bien, llegamos al cachondo y bienaventurado momento donde al rezo de “no es por vicio ni por fornico, sino por dar un hijo a tu servicio” y teniendo de por medio “la pecadora” (una gruesa sábana con un hoyito al medio, que impedía que los cuerpos se tocaran para evitar el pecado carnal de la lujuria). Don Hernaldo Cortes tiene a bien ilustrar en las artes del goce carnal al servicio de Dios-Padre a Dona Malintzi… Y es así que después de 9 meses nace Martín Cortes… El primer mexicano. Pero no el único, Cortés tuvo 11 hijos, ¡Cogelón el muchacho! 5 de ellos bastardos: Catalina, Martín, Luís, Leonor y María. Los nuevos súbditos del reino celestial, hijos de la lujuria ¡No, no, no! Gritaban los clérigos, ¡Aun con todo y bula papal, es inaceptable! Así que los otros 6, fueron legítimos según la Santa Iglesia , hijos de Doña Juana de Zuñiga: Luís, Catalina (estos dos mueren casi al nacer), Martín (quien sería el heredero de las glorias y bienes de su padre), María, Juana y Catalina; como puedes ver no era muy bueno para buscar nombres de bebes, pero no era un padre irresponsable, a todos sus hijos los legitimó y casó con nobles españoles, no pienses en Cortés como un monstruo, era un producto de su tiempo y te diré que de los conquistadores fue el menos sanguinario, échale un vista a Francisco Pizarro, conquistador del imperio Inca, éste parecía más peregrino ingles que conquistador católico.
- No tenía idea, ni la más remota, yo creí que solo había tenido un hijo con la Malinche y la verdad hasta horita se el nombre.
- Y aun hay más, Martín, tiene la conciencia de que es diferente y que México es para sus iguales, no para los ibéricos que llegan por cientos a la villa rica de La Veracruz. Y al grito de ¡Viva México cabrones! intenta independizarse de la corona española. Ah que muchacho este, no entienden que La Nueva España esta más cerca del obispo de Roma que del emperador Felipe II.
- ¿Por qué?
- Por ser una teocracia, supón que se hubieran logrado zafar de Felipe II, El Papa de inmediato le hubiera “mandado” ayuda para meter en cintura a la colonia; supones que dejarían escapar la gallina de los huevos de oro, claro que no Don Beto.
Así que el primer intento por independizarnos fue un fracaso y por 300 años los nuevos mexicanos no son más que vasallos de Dios-Padre y del monarca español en turno. Convertidos, guiados y “educados” por la burocracia divina; sometidos, vigilados y esclavizados por el ejercito imperial.
Pero sobre todo, el territorio de México se poblará hasta llegar a los 6 millones de seres humanos carentes de conciencia, de libre albedrío, llenos de temor e ignorantes, profundamente ignorantes, en su inmensa mayoría analfabetas supersticiosos, esclavos del rey, de Dios-Padre y de la ignorancia, 300 años, 300… Hay un refrán que dice: “No hay mal que dure 100 años, ni pueblo que los aguante”… Evidentemente no conoce la historia de México. Muy bien, ahora entiendes la razón por la cual comencé este dibujo de México, de nosotros mismos tan lejos en el tiempo. Porque es indispensable “ver” las razones metafísicas de los actores en el nacimiento de nuestra sociedad.
Dejando de lado la “divina iluminación” del Dios-Espíritu y entendiendo que como seres humanos tenemos uso de razón, como personas tenemos libre albedrío y como hombres tenemos moral, son estas fuerzas, esencias o facultades como lo diría Immanuel Kant; las que nos permiten actuar y justificar dichas acciones, son nuestras acciones, nuestras y sólo nuestras las que forman y conforman nuestro entorno, nuestro medio ambiente, en el cual como hombres nos desarrollamos.
Si la sociedad fuera un solo hombre, ese entorno y su atmósfera serían fáciles de plasmar y entender. Pero no es así, no somos seres aislados, por naturaleza somos sociables, para nosotros, para nuestra existencia es indispensable vivir en grupos, formar una sociedad. Dicha sociedad al formarse de hombres con características metafísicas comunes entre sí, por defecto tendrá un entorno, un medio ambiente, en una palabra una cosmovisión común entre sus miembros, también por defecto las acciones de esa sociedad serán comunes.
Intencionalmente dejo de lado estéril discusión sobre las características físicas del hombre. ¡Señores, ya estamos en el siglo XXI¡ Por fortuna para nosotros, la época victoriana esta al fin sepultada por su propia “industria” . Haciendo mías las palabras de Marco Tulio Cicerón, “Los hombres son semejantes entre sí, esencialmente iguales, aun los esclavos”2, es que hago a un lado este punto de vista, propio de fanáticos, xenófobos e intolerantes.
Estableciendo, pero sobre todo aceptando, que no podemos hacer lo que internamente no nos permitimos, es que nuestra sociedad toma forma. Ahora bien, a pesar de que esencialmente los miembros de la sociedad son iguales, es necesaria la existencia de leyes y normas que regulen el actuar de sus miembros. En otras palabras, “como los hombres son iguales, el trato con el que ha de realizarse su vida social debe ser igual entre ellos” 3. Para que esto suceda, el conjunto de leyes y normas deben buscar la equidad; deben ser objetivas, de aplicación general, impersonales y abstractas; antes de buscar la justicia, las leyes deben buscar la equidad, por que “la justicia es el objeto de la equidad y el hombre es el objeto de la justicia”4. Es un engaño que la justicia puede existir donde no hay equidad; si no me crees, mira a tu al derredor y lo constataras de primera mano.
- Pues en eso tienes razón, en este pinche país se gastan fortunas impartiendo y administrando justicia y más parece que lo que se imparte es la injusticia.
- Por cierto Don Beto, voy a pedir otro café y otro pay.
- ¿Me puedo sentar a escucharlos señores? No pude evitar escuchar su plática, al inicio estuve tentado a pedirle al gerente del lugar que los sacara, pero al paso de la charla, pues estoy embarcado en ella.
- Claro que si, tome asiento. Tú síguele, quiero escuchar el final.
Ese fue un cortesano que se nos unió, parecía profesor o algo así, estaba muy pulcro, no se veía como Don Beto, un burócrata segundón o como yo, un obrero con título.
- Muy bien Don Beto, de regreso en los inicios de la Nueva España , echemos una mirada a esa naciente nación, a su sociedad ¿Quiénes la conformaban? ¿Qué leyes la regían? Ya que es fundamental responder estos cuestionamientos para comprender y aceptar como se llegó a la constitución de México como país independiente.
En el entendido que el Estado Pontifico es el reino Celestial de Dios-Padre aquí en la tierra, y que su representante, el Papa, es el poder supremo en el Sacro Imperio Romano Germano y su colonias de ultra mar. Las leyes que rigen a éste son las leyes divinas de Dios-Padre. ¿Cómo es que termina el emperador, subordinado al Papa? ¿Cómo terminan las leyes del imperio siendo leyes secundarias subordinadas a las leyes de Dios-Padre? Y las preguntas fundamentales ¿En qué se fundamentan dichas leyes celestiales? ¿Cuál es la fuente de la que dimanan? ¿Quién o quiénes las concibieron?
- ¿A dónde quieres llegar?
- “Serenidad y paciencia pequeño Solín”5
- Las respuestas a estas preguntas no son cortas y literales, es necesario plasmar el entorno en el cual fueron concebidas y además es indispensable comprender, en su entorno, no en el nuestro a quienes las trajeron a la luz.
Así que todo comienza en el imperio romano, en la empobrecida, lejana y ancestralmente conflictiva provincia de Judea; habitada por un conjunto de 12 tribus que formaban la nación de Israel, un pueblo de Xenófobos, fanáticos religiosos, supersticiosos fundamentalistas, adoradores de un Dios incorpóreo, ambivalente, iracundo, bipolar, omnipresente, todo poderoso y atemporal. Este pueblo, sometido bajo el yugo romano tenía un gobierno teocrático regido por un sanedrín de 12 rabinos y 60 menores, también tenían un rey que servía de adorno y para mantener buenas relaciones con el emperador romano; los judíos como también se conoce a este pueblo, basa su existencia en las enseñanzas de su sagrado libro La Torah , en el cual se profetiza la llegada de un ungido, un Mesías, que los liberará del yugo extranjero e impondrá un nuevo orden, donde ellos serán los soberanos absolutos de la tierra y reinaran sobre todos los pueblos, por ser ellos el pueblo elegido.
Los romanos, dueños de Judea, tenían un panteón de Dioses muy floridos, además tenían la particularidad de tener un Dios vivo, el emperador. Y este si que era omnipresente y todo poderoso, al menos en toda la extensión del imperio y como a todo Dios, se le dedicaban templos a lo largo de todo el imperio.
“Son politicon” dijo Aristóteles y lo aplicó Herodes, Rey de los judíos, y como para él eran más importantes las relaciones con el emperador que con el sanedrín… No solo le dedicó un templo, sino ¡Una ciudad! Para adorar y honrar al Dios vivo del imperio; del cual muy a pesar de los judíos, eran sus vasallos. Si Los Versos Satánicos, levantaron a todo el Islam en contra de su autor, imaginen la rabia y conmoción que causo entre los judíos y más en el seno del Sanedrín la construcción de Cesárea.
¡Blasfemia, Blasfemia! ¡Herejía! ¡Dios sólo hay uno! ¡Yahvé! ¿Cómo hoza este maldito perro adorar a un falso Dios, a un goim, a esa abominación con figura humana? ¡El Mesías! ¡Que venga el Mesías!
Y fue así, que en aquel crisol de fanatismo, superstición, xenofobia e impotencia; por que donde “manda Cesar, no gobierna Caifás”. Llega por fin el Mesías; tanto el pueblo como el Sanedrín esperaban un John Rambozky o por menos un Bruce Willystain, pero no, solo llegó Chuche, el hijo de José el carpintero de Nazaret; un loco que se decía hijo de Dios, que predicaba dizque el amor al prójimo, también insultaba a los Santos Rabinos llamándolos “sepulcros blanqueados” y por si eso fuera poco, echaba a reatazos y empellones a los usureros que vendían animales en el atrio del Templo de Salomón, para la adoración de Yahvé, o sea, el sostenimiento del suntuoso estilo de vida que llevaban los Rabinos, además, el reino del cual era portavoz ¡No era de este mundo! El nuevo orden que Yahvé les había prometido en este mundo, era mentira, era después de la muerte… Desilusión total entre el pueblo y en el Sanedrín, el esperado Mesías, ¡No era un James Bond, era un prehippie! ¡Era un maldito esenio disfrazado de Rabí! ¡Un perro Blasfemo!
¡Lapídenlo, mátenlo, siléncienlo! Gritaba la mayoría del Sanedrín… Pero no todos.
La pugna interna entre Fariseos y Saduceos, por hacerse del poder y las jugosas ganancias del Templo, se agravo a causa de la construcción de Cesárea y la urgencia de echar de Judea a los romanos; fariseos y saduceos querían lo mismo, pero con diferente sistema; los más radicales, los saduceos, de la mano de José de Arimatea; que algunos textos lo ubican como el mismísimo tesorero del Sanedrín y su yerno, Nicodemo, según algunas otras especulaciones lo citan como el secretario de Sanedrín, seguramente coludidos con otros notables de la sociedad judía; aprovecharon “el río revuelto” y planearon derrocar a José Caifás por el control del Templo, centro de poder de la nación judía.
Pero no imaginen una asonada como las patrocinadas por el Obispo de Puebla, Pelagio Antonio De Labastida y Dávalos en contra de Don Benito Juárez; hubiera sido muy fácil.
Para derrocar a Caifás y legitimar el nuevo Sanedrín, era necesaria la llegada del Mesías; previamente era necesario identificarlo de acuerdo con las profecías… Así llego el jueves de pascua, y los ciudadanos de Jerusalén se despertaron con la novedad de un curioso espectáculo del cual todos podían formar parte. En ausencia de Jonh Rambozky y de Bruce Willystain, entra a Jerusalén Jesús de Nazaret a lomo de un burrito, seguido por sus 12 apóstoles y sus 60 menores, aclamado por cientos de fanáticos locales y acarreados ondeando hojas de palmas. ¡El Mesías, el Mesías! Ra, ra, ra.
¿Seguramente alguien pago los gastos necesarios para dicho recibimiento? OH suponen que ese espectáculo se realizó de espontáneo. ¡Claro que no señores! Previamente se esquilmaron cientos de palmeras, alguien preparo el burrito y alguien coordino el acarreo de la entusiasta porra.
¡El Mesías ha entrado en Jerusalén! Caifás pasa de la cólera al miedo, sabía perfectamente que el montaje de ese circo, para empatarlo con las profecías, tenía como único fin una guerra civil; el Sanedrín de ninguna manera reconocería a ese perro blasfemo, amante de los goim, no reconocería un Mesías que expulsaba a los usureros y cerraba el comercio en el atrio de Templo. No permitiría bajo ninguna circunstancia, el reconocimiento popular de un Sanedrín alterno ¿A poco creen que Caifás tenía los huevos tan tibios como Felipe Calderón que tolera el gobierno alterno de “PeJe”? Si Caifás permitía dicho reconocimiento, equivalía a legitimar el golpe de estado que visiblemente encabezaba Jesús de Nazaret.
Caifás lo hubiera matado con sus propias manos, pero era la pascua… Que lo mate Herodes, el rey no encontró motivos para matar al Mesías, este no reta su autoridad ya que el reino que pregona no es de este mundo; Caifás desesperaba, el gallinero se le alborotaba. Que lo mate Pilatos, pero el procurador de Judea tampoco encontró motivos para matarlo, así que para calmar a Caifás y su gente, manda azotar al Mesías con los 39 varazos que marca la ley romana; nada que ver con la salvaje reatiza que le mereció un oscar a Mel Gibson. Caifás insiste y ahora acusa al Mesías de proclamarse hijo de Dios, por lo tanto Dios, además se proclama Rey de los Judíos.
Judea ya tiene un Dios, el Cesar y ya tiene un rey, el Cesar… Jesús de Nazaret es acusado de sedición contra Roma. Es sentenciado a muerte en la Cruz. Caifás por fin respira, ya conjuró el golpe de estado, ahora a buscar a la rata que lo planeó.
-Pero ¿Qué tiene que ver Jesús de Nazaret?
-Ya verán. El Mesías pasa el resto de la madrugada preso de los romanos, a la mañana siguiente sale cargando su travesaño rumbo al Gólgota. 33 años, joven aún, fuerte, con una noche de vigilia, recibió los 39 varazos que marca la ley romana y al salir rumbo al Gólgota ¡Va cayéndose, y balbuceando incoherencias! ¿Qué raro no? Lo clavan al derredor de las 11:00 A.M. y a las 3:00 P.M. Longinus, el centurión romano encargado de las crucifixiones lo declara muerto. ¡Algo aun más raro! Los romanos crucificaban por que la muerte era dolorosa, lenta, muy lenta, generalmente se agonizaba durante días ¿Cómo es que un hombre con la fuerza y juventud de Jesús “muere” en 4 horas? Y algo aun más inverosímil, Longinus lo declara muerto después de “cortar” su costado, diciendo “Sangre y agua, el hombre ha muerto”. ¡Todos sabemos que un cadáver NO sangra!
Con el Mesías oficialmente muerto, José de Arimatea se apresura a obtener el permiso para bajarlo y sepultarlo en su propia tumba, alegando ante Pilatos que el Sabbat está próximo y no será posible bajarlo en sábado, debe ser ahora para alcanzar a embalsamar el cadáver. No fuera a ser y el Mesías le resucitara colgando aún de la cruz.
-¡No cabrón! ´hora si te pasaste. Entonces Jesús no murió en la cruz.
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