Todo es Relativo. Menos los Hechos

Todo es relativo. Menos los Hechos. Y son los hechos, la única verdad palpable. A pesar de Voltaire.

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miércoles, 23 de febrero de 2011

-Yo hago como que te pago. -Y yo hago como que trabajo

Si te acotan la creatividad, si te restringen tus acciones, en resumidas cuentas, si te depositan en el calabozo de la rutina… Te castran el espíritu; tu forma humana queda, pero vacía, con la mirada perdida en la lejanía de la pared que tienes frente a tu nariz, pero ya sin la voluntad de alcanzarla, sin el deseo de llegar a ese punto lejano.  Simplemente vez pasar el tiempo al compas de tus deberes previamente programados.  Que puta vida tan miserable.
Cómo podemos mantener vivas las ganas de crecer si cada vez que levantamos la cabeza el contundente mazazo de la realidad nos la hace añicos.  Para poder innovar es necesario que el  espíritu sea libre y no un hámster en esta gran jaula llamada empresa.  En sí, la empresa como organismo, es un leviatán carente de vida, la vida somos quienes trabajamos en ella.  No se trata de artículos electrónicos, no se trata de refrescos ni de tuercas, se trata de personas, las empresas tienen vida por las personas que la conformamos, el ánimo de ésta, está definido por la salud emocional de quienes la conformamos.  Y la verdad no me explico que motiva a otro semejante a comportarse como un maldito esclavista, como un enfermo de poder que en lugar de responder responsablemente  se comporta como una caricatura de dictador, haciéndonos la vida más miserable de lo que es a quienes estamos debajo de él.
Yo solía decir que nada era más peligroso que un pendejo con iniciativa… Y estaba equivocado, lo más peligroso es un pendejo con poder.  En mi última investigación sobre el malestar que se siente entre la chalaneana, llegué a un sorprendente descubrimiento: No es el trabajo lo que hace que los empleados nos sintamos mal y luego caigamos en el conocido vicio de “hacerle al wey por que este cabrón no me paga”. 
La razón es otra, son otras.  Es el malestar emocional que el empleado siente por el trato que recibe, la desmedida carga de labores y el doble discurso de la responsabilidad, dónde el superior es responsable únicamente del éxito y el subordinado tiene que soportar el peso de las pendejadas; “aquí hay jerarquías” suelen decir algunos ineptos retrogradas que aún viven en la época victoriana.  El fofo cacahuate que llena su cavidad encefálica no alcanza a razonar que las jerarquías, si es que éstas existen, existen para responder por el poder que se deposita en ellos y no para grotescamente ufanarse de el.
El poder corrompe y más a un pendejo, lleno de complejos, ambición y deudas.  Si la ira es una peligrosa pasión, el poder es mortal; mata el sentimiento de humanidad, destruye hasta sus cimientos el concepto y la practica de la equidad y me refiero a la equidad a la que hace referencia  Cicerón.  Y una persona corrompida por el poder, pierde todo rasgo de humanidad para transformarse en una bestia que sólo exige resultados sin importar el costo, sin importarle si tiene los medios estructurales para llegar ellos; llegando al extremo de decir: “el hambre la tienen ustedes y el dinero yo, trabajarán por lo que les pague”. Y es así como: “la hora de entrada es obligación y la de salida, devoción”.  La realidad para el obrero es: vivir en el terror a perder el magro ingreso que se lleva a casa para medio mitigar el hambre y la mirada fija en sus zapatos.
Cuando se llega al extremo de ver a un semejante como un número de registro, como un recurso, se cae irremediablemente en una conducta de prepotencia, en una concepción utilitista del recurso humano y por consiguiente el trato no es cordial o respetuoso, se transforma en un intercambio entre “indicaciones” despóticas carentes de todo sustento normativo y una “obediencia” sumisa llena de resignación, impotencia y por que no, rabia.
Obtener certificaciones (esas panaceas que todo solucionan), cumplir con las “reglas” NO hace que una empresa sea socialmente responsable, que sus miembros, las personas que la conforman se comporten con ética, emanando dicho comportamiento de la cúspide a la base, es lo que hace que una empresa cualquiera, se transforme una empresa de calidad.  No son sus rentas, ya que siendo empresa, el generarlas es su razón de ser (a menos que esté dirigida por un orate).
En un ejercicio realizado en zona metropolitana de Jalisco: el 87% de los puestos intermedios esta buscando trabajo, no por que no tengan, sino por que consideran que su superior es una sanguijuela incompetente y no se sienten valorados.  El 85% esta buscando trabajo por que no soportan los tratos despóticos de sus superiores y la irracional carga de actividades a cumplir sin los recursos necesarios; solamente el 4% está buscando trabajo porque no le gusta el que actualmente tiene.
El panorama cambia cuando se conoce la percepción del obrero, ya que éste generalmente su ingreso lo consume y el hábito del ahorro no lo ha desarrollado: el 96% dejaría su trabajo si no tuviera familia que mantener por que el trato que recibe es humillante; el 97% dejaría su trabajo si no tuviera familia que mantener por que las labores a desempeñar son  excesivas y la empresa no le da los recursos necesarios para lograrlo; el 95% dejaría su actual trabajo porque no le gusta, y el dato novedoso es que el 99% dejaría su trabajo porque la empresa le cobra insumos y en algunos casos herramienta que se deteriora o se daña con el uso.  “Del caído leña harás” reza un viejo refrán.
Las anteriores cifras contrastan con la imagen oficial que se tiene del mundo laboral, donde ni por asomo se muestra la calidad de vida laboral que se tiene en las empresas de la zona metropolitana.  Esto es muy preocupante, y la cúpula empresarial debería estar seriamente preocupada por la salud emocional de su empresa; deberían recordar que están en un mundo de certificaciones internacionales y que más temprano que tarde, esto tendrá repercusiones directas en sus ingresos.
Como dato anecdótico.  El 100% de los entrevistados, están más preocupados por sus problemas en el trabajo que por el clima de inseguridad que se vive en el país.  Como vemos, no es por perder el trabajo sino por que no soportan  el clima laboral que el trabajador no rinde o no se compromete con los objetivos de la empresa (si es que ésta tiene la decencia de comunicárselos).  Si al personal humano, se le limíta en lo emocinal, jamás se tendrá un personal con voluntad proactiva.  Se tendrá un personal con la voluntad castrada, sin empuje, sin ánimo.
Señores empresarios, tengan cuidado al elegir a quien delegan su autoridad, nada es más peligroso que un pendejo con poder, a menos que Uds. Señores empresarios sean los pendejos.

Moreno JC.

1 comentario:

  1. ¿A caso trabajamos donde mismo? Que buen artículo, lo voy a pegar en el pizarron de recados. Sigue escribiendo.

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